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Halloween y
el cristianismo (Tomado de : Catholic net.com) |
Comprar, pensar y vivir de una manera en la que ni siquiera hemos reflexionado |
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Es impresionante el poder de la publicidad
en nuestro medio que nos lleva a comprar, a pensar y a vivir de una manera en la que ni siquiera hemos reflexionado. Cuando
nos damos cuenta estamos atrapados por el consumismo, el cual no respeta edad, nacionalidad o creencia religiosa. Se vale
de cualquier elemento para atraer nuestra atención con el fin de vender. El problema es que muchas veces, los que salimos
más perjudicados con esto somos los cristianos.
Entre los ejemplos que podríamos mencionar están la Navidad y la fiesta
de Todos los Santos. En la primera nos damos cuenta, con bastante tristeza, que el día de Navidad, estamos llenos de regalos,
sin un centavo en la bolsa y lo peor, es que nuestra actividad "compradora" ha dejado de lado la preparación espiritual para
la fiesta del "nacimiento de Cristo". Se ha cambiado su figura por un Santa Claus y la cena de Navidad consiste en el intercambio
de regalos y una exquisita cena (si ésta es posible dado que ya se gastó uno todo el aguinaldo y las tarjetas de crédito están
hasta el tope). De manera que nuestra fiesta cristiana, poco a poco se ha ido transformando en una fiesta comercial, en la
que muchas veces el único ausente es precisamente el festejado: Cristo.
Caso semejante sucede con la celebración de
"Todos los Santos" en donde vemos que al aproximarse el 31 de Octubre las tiendas se ven llenas de: mascaras, trajes de monstruos,
atuendos de brujas, calabazas con expresiones terroríficas, etc., en fin, de artículos que poco tendrían que ver con nuestra
fe y con la fiesta que se celebrará.
Dado que nos acercamos a esta fecha, quisiera compartir contigo algunos elementos
de reflexión que nos lleven a valorar nuestra fe y a no dejarnos influenciar por el mercantilismo que puede incluso cambiar
o destruir nuestra fe y nuestras costumbres.
Un poco de historia
Podemos considerar que celebración
del Halloween tiene dos orígenes que en el transcurso de la historia se fueron mezclaron.
a. Origen Pagano
Por un lado encontramos que el origen pagano podríamos atribuirlo a la celebración
Celta, llamada "Samhain" y que tenía como objetivo dar culto a los muertos. La invasión de los Romanos (46 A.C) a las Islas
Británicas dio como resultado la mezcla de la cultura Celta, la cual con el tiempo terminó por desaparecer. Su religión llamada
Druidismo, con la evangelización terminó por desaparecer en la mayoría de las comunidades Celtas a finales del siglo II.
Sobre
la religión de los Druidas, no sabemos mucho pues no escribieron sobre ella, todo se pasaba de generación en generación. Sabemos,
que las festividades del Samhain se celebraban muy posiblemente entre el 5 y el 7 de Noviembre (a la mitad del equinoccio
de verano y el solsticio de invierno) con una serie de festividades que duraban una semana, finalizando con la fiesta de "los
muertos" y con ello se iniciaba el año nuevo Celta. Esta fiesta de los muertos era una de sus festividades principales pues
celebraban lo que para nosotros sería el "cielo y la tierra" (conceptos que llegaron sólo con el cristianismo). Para ellos
el lugar de los muertos era un lugar de felicidad perfecta en la que no había hambre ni dolor. Los celtas celebraban esta
fiesta con ritos en los que, los sacerdotes druidas, sirviendo como "médium", se comunicaban con sus antepasados esperando
ser guiados en esta vida hacia la inmortal. Se dice que los "espíritus" de los muertos venían en esa fecha a visitar sus antiguos
hogares.
b. Origen Cristiano
Desde el siglo IV la Iglesia
de Siria consagraba un día a festejar a "Todos los Mártires". Tres siglos más tarde el Papa Bonifacio IV (+615) transformó
un templo romano dedicado a todos los dioses (panteón) en un templo cristiano dedicándolo a "Todos los Santos", a todos aquellos
que nos habían precedido en la fe. La fiesta en honor de Todos los Santos, inicialmente se celebraba el 13 de Mayo, pero fue
el Papa Gregorio III (+741) quien la cambió de fecha al 1º de Noviembre, que era el día de la "Dedicación" de la Capilla de
Todos los Santos en la Basílica de San Pedro en Roma. Más tarde, en el año 840, el Papa Gregorio IV ordenó que la Fiesta de
"Todos los Santos" se celebrara universalmente. Como fiesta mayor, ésta también tuvo su celebración vespertina en la "vigilia"
para preparar la fiesta (31 de Octubre). Esta vigilia vespertina del día anterior a la fiesta de Todos los Santos, dentro
de la cultura anglosajona se tradujo al inglés como: "All Hallow´s Even" (Vigilia de Todos los Santos). Con el paso del tiempo
su pronunciación fue cambiando primero a "All Hallowed Eve", posteriormente cambio a "All Hallow Een" para terminar en la
palabra que hoy conocemos "Halloween".
Por otro lado ya desde el año 998, San Odilo, abad del monasterio de Cluny,
en el sur de Francia, había añadido la celebración del 2 de Noviembre, como una fiesta para orar por las almas de los fieles
que habían fallecido, por lo que fue llamada fiesta de los "Fieles Difuntos" la cual se difundió en Francia y luego en toda
Europa.
Halloween en nuestros días
Si analizamos la actual celebración del Halloween veremos que
poco tiene que ver con sus orígenes. De ellos sólo ha quedado el hecho de la celebración de los muertos pero dándole un carácter
TOTALMENTE distinto al que tuvo en sus orígenes y agregándole poco a poco una serie de elementos que han distorsionado totalmente
la fiesta, sea "de los muertos (difuntos)" como de "todos los santos".
Entre los elementos que se le han agregado,
tenemos por ejemplo, la tradición de "disfrazarse", misma que muy posiblemente nació en Francia entre los siglos XIV y XV
para la celebración de la Fiesta de "Todos los Santos". Durante esta época Europa fue flagelada por la plaga bubónica o "peste
bubónica" (también conocida como "la muerte negra") en la cual murió alrededor de la mitad de la población. Esto creó en los
católicos un gran temor a la muerte y una gran preocupación por esta. Se multiplicaron las "misas" en la fiesta de los "Fieles
Difuntos" (2 de Noviembre) y nacieron muchas representaciones artísticas que le recordaban a la gente su propia mortalidad.
Estas
representaciones eran conocidas como la "Danza de la Muerte". Dado el espíritu "burlesco" de los franceses, en la víspera
de la fiesta de los "Fieles Difuntos", se adornaban las paredes de los cementerios con imágenes en las cuales se veía al diablo
guiando una cadena de gente: Papas, reyes, damas, caballeros, monjes, campesinos, leprosos, etc. (la muerte no respeta a nadie),
y los conducía hacia la tumba. Estas representaciones eran hechas también basándose en cuadros plásticos, con gente disfrazada
de personalidades famosas y en las distintas etapas de la vida, incluida la muerte a la que todos debían de llegar.
Al
parecer la tradición "dulce o travesura" (Trick or Treat), tiene su origen en la persecución que hicieron los protestantes
en Inglaterra (1500-1700) contra los católicos. En este período en Inglaterra los católicos no tenían derechos legales: no
podían ejercer ningún puesto público y los perseguían con multas, impuestos elevados y hasta cárcel. El celebrar misa era
una ofensa capital y cientos de sacerdotes fueron martirizados.
Un incidente, producto de esta persecución y de la
defensa del catolicismo fue el intento de hacer volar al rey protestante Jaime I y su Parlamento con "pólvora de cañón", marcando
así el inicio de un levantamiento católico contra sus opresores. Sin embargo el "Plan pólvora de cañón" ("Gunpowder Plot")
fue descubierto en Noviembre 5, 1605, cuando el que cuidaba la pólvora, un convertido descuidado, llamado Guy Fawkes, fue
capturado y ahorcado. Esto generó una fiesta que muy pronto se convirtió en una gran celebración en Inglaterra (incluso hasta
nuestros días). Muchas bandas de protestantes, ocultos con máscaras, celebraban esta fecha visitando a los católicos de la
localidad y exigiéndoles cerveza y pasteles para su celebración, diciéndoles: "Trick or Treat". Más tarde el "Día de Guy Fawkes"
llegó a las colonias con los primeros colonos que llegaron a América trasladándose al 31 de octubre para unirla con la fiesta
del Halloween.
Podemos entonces darnos cuenta que la actual fiesta del "Halloween" es producto de la mezcla de muchas
tradiciones que los inmigrantes trajeron a los Estados Unidos desde los inicios del 1800, tradiciones que ya han quedado olvidadas
en Europa pues sólo tienen sentido en la integración que la cultura americana le ha dado en esta celebración.
Nuevos
elementos de Halloween
Muy posiblemente, producto de su identificación con la fiesta de los Druidas, en la cual
se "invocaba" a los muertos y los mismos sacerdotes servían de médium, esta celebración del 31 de Octubre, se ha ido identificando
con diversos grupos "neo paganos" y peor aun, con celebraciones satánicas y ocultistas.
El festival a "Samhain" llamado
hoy en día el "festival de la muerte" es reconocido por todos los satanistas, ocultistas y adoradores del diablo como víspera
del año nuevo para la brujería. Anton LaVey, autor de la "La Biblia Satánica" y sumo sacerdote de la Iglesia de Satanás, dice
que hay tres días importantes para los satanistas: (1) Su cumpleaños; (2) El 30 de Abril y (3) el más importante, Halloween.
LaVey dice que es en esta noche que los poderes satánicos, ocultos y de brujería están en su nivel de potencia más alto. Y
que cualquier brujo u oculista que ha tenido dificultad con un hechizo o maldición normalmente puede tener éxito el 31 de
Octubre, porque Satanás y sus poderes están en su punto más fuerte esta noche.
Por otro lado el 31 de Octubre, de acuerdo
a la enciclopedia "World Book", Halloween es la víspera del año nuevo para la brujería y dice que es el principio de todo
lo que es "frío, oscuro y muerto".
Hollywood ha contribuido también a la distorsión de esta fiesta creando una serie
de películas como "Halloween" en las cuales la violencia gráfica, los asesinatos, etc., crean en el espectador en estado de
angustia y ansiedad. No podemos decir que estas películas son solo para adultos, pues es una realidad que dada nuestra cultura
y el relajamiento en la censura pueden ser vistas, muchas de estas, incluso en la televisión comercial creando en los niños
miedo y sobre todo una idea errónea de la realidad.
Esta fiesta se ha ligado de tal manera al ocultismo que es un hecho
comprobado que la noche del 31 de Octubre en muchos países se realizan misas negras, cultos espiritistas, y otras reuniones
relacionadas con el mal y el ocultismo.
Podemos darnos cuenta, entonces que queriendo o no, estos elementos se han
mezclado también en la celebración actual del Halloween y como producto de su influencia, se han agregado a los disfraces,
las tarjetas y todos los elementos comerciales: las brujas, los gatos negros, los vampiros, los fantasmas y toda clase de
monstruos terroríficos, muchos de ellos con expresiones verdaderamente satánicas.
Para nuestra reflexión
Ante
todos estos elementos que componen hoy la fiesta del "Halloween" nos preguntamos:
¿Es que, en aras de la diversión
podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, les EXIJAN dulces a cambio de no hacerles un daño (rayar
las paredes, romper huevos en las puertas, etc.)?
¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para "divertirse"
ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el
mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana
moral y ni que decir de la fe y los valores del evangelio (paz , justicia, amor, lealtad, bondad, etc.)?
¿Cómo podríamos
justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, en el día de Halloween, hagan daño a las propiedades ajenas?
¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe respetar a los demás
y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería esto aceptar que una vez al año se puede hacer lo prohibido?
Con
los disfraces y la identificación que tienen estos con Hollywood, ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños
que el mal y el demonio son sólo fantasías, parte de un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas y que por lo
tanto no nos afectan?
¿Que experiencia religiosa o moral, queda después de la fiesta del Halloween? ¿No es esta otra
forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristiana se vean debilitadas?
Si aceptamos todas estas ideas, y las relativizamos, en "aras de la diversión de los niños", ¿cómo podremos corregir
y hacerle ver a nuestros hijos el mal que se esconde detrás del "juego" de la "Ouija" que pone en grave peligro su vida espiritual?
¿O que diremos al joven que durante toda su infancia "jugó" al Halloween, cuando este visita a los brujos, hechiceros, médiums,
y los que leen las cartas, todos ellos contrarios a la fe y a la vida cristiana?
Es que nosotros como cristianos,
mensajeros de la paz, del amor, de la justicia, portadores de la luz para el mundo, ¿podemos identificarnos con esta fiesta
en donde todos sus elementos, hoy por hoy, hablan de temor, injusticia, miedo, y oscuridad?
Si somos sinceros con
nosotros mismos y buscamos ser fieles a nuestra fe y a los valores del Evangelio, tendríamos que concluir que la ACTUAL fiesta
del "Halloween" no sólo no tiene nada que ver con la celebración que le dio origen, sino que incluso es nociva y contraria
a la fe y la vida cristiana.
Ante esta realidad que inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo
en el que estamos envueltos nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer? ¿Taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas
excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia, que al cabo que es un juego mientras que ésta se sigue
esparciendo por el mundo como un reguero de pólvora? ¿Prohibirles a nuestros hijos que no participen en ella mientras que
muchos de sus vecinitos y amigos ese día estarán en la calle y ellos no? ¿Serían capaces los niños de entender todos los peligros
que corren y el por qué de nuestra negativa a la vivencia de la fiesta?
Creo que la respuesta no es sencilla, sin embargo
Jesús nos dijo: "Sean mansos como la paloma y astutos como la serpiente". Por ello quisiera proponerte una experiencia que
realizamos en mi parroquia y que nos dio muy buen resultado para devolverle el sentido original a la fiesta del "All Hallow´s
eve".
Lo primero que hicimos es organizar una catequesis con los niños en los días anteriores a la fiesta, haciéndoles
ver la importancia de celebrar a nuestros santos, como vencedores de la fe, como verdaderos "héroes" del cristianismo. Cómo
para ellos no fue fácil el ser buenos cristianos, pero que con la gracias de Dios es posible. Por ello nosotros los celebramos
el día 1º de Noviembre.
Les hicimos ver lo negativo que hay en la fiesta del Halloween de la manera en que se festeja
actualmente. Les dijimos que así no era al principio. Que muchos elementos contrarios a nuestra fe y a nuestros valores cristianos
se habían mezclado en ella. Les hicimos ver que Dios quiere que seamos buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas
ni con los monstruos, pues nosotros somos sus hijos. Les leímos a los niños algunos de los pasajes en los cuales Jesús expulsa
a los demonios para hacerles ver que esto es malo y contrario a nuestra fe.
Para la fiesta del Halloween invitamos
a que todos se disfrazaran de algún personaje bíblico o de alguna persona que ellos supieran que había sido buena y que por
lo tanto seguramente estaría ya en el cielo (por supuesto que no faltaron trajes de Superman, Batman, etc.). Cada uno de los
participantes debía dar una explicación de por que había venido vestido de esta manera. A cada uno de los niños les dimos
una bolsita de dulces los cuales deberían repartir en las casas que se iban a visitar. Les hicimos ver que Jesús nos enseñó
a dar, pues el mismo se dio hasta la misma muerte, que nosotros y todos los santos, los hombres buenos tienen más alegría
en dar que en recibir. Al llegar a la casa que se habría de visitar, se saludaba a la gente diciéndoles: "Dios te ama" y se
les daba un caramelo.
Al final, hubo una gran fiesta con los papás, y con toda la gente que participó en el Halloween.
Se dieron premios a los mejores disfraces y a las mejores explicaciones de "por qué" se habían disfrazado de esta manera.
La fiesta fue un éxito y todos salimos con una experiencia muy positiva y sobre todo muy cristiana. De esta manera, reintegramos
el valor verdadero de la fiesta, celebrando la "Vigilia de Todos los Santos" o "Halloween".
¿No podrías tú hacer los
mismo y juntar a los vecinitos, primos y amiguitos de tus hijos y organizar un verdadero "Halloween" en tu barrio? Alguien
tiene que empezar a cambiar nuestra cultura y reintegrarle el carácter cristiano que ha ido perdiendo. En estos tiempos de
crisis, Jesús nos exige comprometernos con él y con su evangelio. Cada uno tiene que tomar su puesto en la reevangelización
de nuestra cultura. No nos podemos quedar cruzados de brazos viendo cómo nuestra familia se hunde poco a poco y de manera
casi imperceptible en el relativismo, en el materialismo y el paganismo práctico. No permitamos que la comercialización y
las fuerzas contrarias a nuestra fe nos lleven a vivir cosas que, lejos de ayudarnos, ponen en riesgo nuestra felicidad y
la de nuestra familia. Recobremos nuestros valores para ser cristianos auténticos, aunque para ello tengamos que ir en contra
del mundo y sus ideas. Recordemos que el mismo Jesús oró a su Padre para que lo pudiéramos hacer:
"Padre, yo les he
dado tu palabra, y el mundo los ha odiado; porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites
del mundo, sino que los guardes del Maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad; tu
palabra es verdad". Jn 17,14-17
Como María, todo por Jesús y para Jesús. Ernesto María, Sac.
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Origen del Año Litúrgico
Tomado de : Catholic.net
Las fiestas cristianas han surgido paulatinamente
a través de los siglos. Estas nacen de un deseo de la Iglesia Católica de profundizar en los diversos momentos de la vida
de Cristo. Se comenzó con la fiesta del Domingo y la Pascua, luego se unió Pentecostés y, con el tiempo, otras más. Los misioneros,
al evangelizar, fueron introduciendo las fiestas cristianas tratando de dar un sentido diferente a las fiestas paganas del
pueblo en el que se encontraban. Podemos compararlo con una persona que recibe un regalo con una envoltura bonita, la cual
guarda y utiliza posteriormente para envolver y dar otro regalo. La Iglesia tomó de algunas fiestas paganas las formas externas
y les dio un contenido nuevo, el verdadero sentido cristiano.
La primera fiesta que se celebró fue la del Domingo.
Después, con la Pascua como única fiesta anual, se decidió festejar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, día
en que numerosos pueblos paganos celebraban el renacimiento del sol. En lugar de festejar al “Sol de Justicia”,
se festeja al Dios Creador. Así, poco a poco, se fue conformando el Año litúrgico con una serie de fiestas solemnes, alegres,
de reflexión o de penitencia.
La liturgia es la manera de celebrar nuestra fe. No solo tenemos fe y vivimos de acuerdo
con ella, sino que la celebramos con acciones de culto en las que manifestamos, comunitaria y públicamente, nuestra adoración
a Jesucristo, presente con nosotros en la Iglesia. Al vivir la liturgia, nos enriquecemos de los dones que proceden de la
acción redentora de Dios.
La liturgia es el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto a la Iglesia. Es el conjunto de la oración pública de la
Iglesia y de la celebración sacramental.
Liturgia viene del
griego leitourgia, que quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por un individuo a la comunidad. El Concilio
Vaticano II en la “Constitución sobre la Liturgia” nos dice: “La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan
y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre
y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".
La liturgia
es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su
Iglesia y no de una persona o un grupo. Es la fuente de donde mana toda la fuerza de la Iglesia. Es la fuente primaria y necesaria
de donde deben beber todos los fieles el espíritu cristiano. La liturgia invita a hacer un compromiso transformador de la
vida, realizar el Reino de Dios. La Iglesia se santifica a través de ella y debe existir en la liturgia por parte de los fieles,
una participación plena, consciente y activa.
Cada celebración litúrgica tiene un triple significado:
1. Recuerdo:
Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del
nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.
2. Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones
litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de
la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.
3. Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio
profético de la esperanza del establecimiento del
Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.
El Año litúrgico es el desarrollo de los misterios
de la vida, muerte y resurrección de Cristo y las celebraciones de los santos que nos propone
la Iglesia a lo largo del año. Es vivir y no sólo recordar
la historia de la salvación. Esto se hace a través de fiestas y celebraciones. Se celebran y actualizan las etapas más importantes
del plan de salvación. Es un camino de fe que nos adentra
y nos invita a profundizar en el misterio de la salvación. Un camino de fe para recorrer y vivir el amor divino que nos lleva
a la salvación.
Los Tiempos litúrgicos
El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos. Estos
son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de
Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua,
Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.
En cada tiempo litúrgico,
el sacerdote se reviste con casulla de diferentes colores:
Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo
de Navidad y de Pascua
Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario
Morado significa luto y
penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma
y Semana Santa
Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.
El Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es recordar a Cristo que nació en Belén y que vendrá nuevamente
como Rey al final de los tiempos. Es un tiempo de cambio y
de oración para comprometernos con Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el camino hacia la Navidad. Este tiempo litúrgico
consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre, abarcando los cuatro domingos de Adviento.
Al terminar
el Adviento, comienza el Tiempo de Navidad, que va desde la Navidad o Nacimiento, que se celebra el 25 de diciembre y nos recuerda que Dios vino a este mundo para salvarnos.
La
Epifanía se celebra cada 6 de enero y nos recuerda la manifestación pública de Dios a todos los hombres. Aquí concluye el Tiempo de
Navidad.
El Primer tiempo ordinario es el que va de la fiesta de la Epifanía hasta inicio de Cuaresma. En el Primer
y Segundo tiempo ordinario del Año litúrgico, no se celebra ningún aspecto concreto del
misterio de Cristo. En ambos tiempos se profundizan los distintos momentos históricos de la vida de Cristo para adentrarnos
en la historia de la Salvación.
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta
días anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para la Pascua o Paso del Señor. Es un tiempo de oración, penitencia
y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón.
La
Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.
El Domingo de Pascua
es la mayor fiesta de la Iglesia, en la que se celebra la Resurrección de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre
la muerte y primicia de nuestra resurrección.
El Tiempo de Pascua es tiempo de paz, alegría y esperanza. Dura cincuenta
días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, que es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. En esta fiesta se trata de abrir el corazón a
los dones del Espíritu Santo.
Después de Pentecostés
sigue el Segundo tiempo ordinario del año litúrgico que
termina con la fiesta de Cristo Rey.
El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento y la Cuaresma.
Durante el Adviento,
Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en la Encarnación. Hay una preparación para la venida del Señor al
final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”. En la Cuaresma, se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús a Jerusalén. Se vive el misterio de
la Muerte y Resurrección de Cristo: “Conversión y meditación de la palabra de Dios”.
En el Tiempo Pascual
se vive la Pascua, Ascensión y Pentecostés en 50 días. Se celebra el gran domingo: “Ha muerto, vive, ¡Ven Señor Jesús!
En los tiempos ordinarios, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por
la Palabra: “El Espíritu hace de la Iglesia el cuerpo de Cristo, hoy ”.
Los cambios de fechas en algunas fiestas del
Año litúrgico.
El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar,
es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, la Semana Santa, coincide
con la fiesta de la "pascua judía" o Pesaj, misma que se realiza cuando hay luna llena. Se cree que la noche que el pueblo
judío huyó de Egipto, había luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados
del faraón. La Iglesia fija su Año litúrgico a partir
de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus
discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido
a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía
de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.
La Iglesia marca esa fecha como el centro del
Año litúrgico y las demás fiestas que se relacionan con esta fecha cambian de día de celebración una o dos semanas. Las
fiestas que cambian año con año, son las siguientes:
· Miércoles de Ceniza · Semana Santa · La Ascensión del
Señor · Pentecostés · Fiesta de Cristo Rey
Ahora, hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como por ejemplo:
· Navidad · Epifanía · Candelaria · Fiesta de San Pedro y San Pablo · La Asunción de la Virgen · Fiesta de todos los santos
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